¿Cómo puede la igualdad de género reducir la pobreza?
En términos globales hay más mujeres que hombres viviendo en la pobreza. En la actualidad, más del 10% de las mujeres del mundo están atrapadas en un ciclo de pobreza extrema y viven con menos de 2,15 dólares de los Estados Unidos al día. Al ritmo actual de progreso, por lo menos 342 millones de mujeres (el 8% del total) seguirán viviendo en la pobreza extrema en 2030.
La pobreza de las mujeres se ve amplificada por la discriminación en el mundo laboral, el acceso limitado a los recursos y activos financieros y unos estereotipos profundamente arraigados que limitan su participación en la educación, el empleo decente y la toma de decisiones, al tiempo que les imponen una mayor carga de trabajo doméstico y de cuidados no remunerado.
La igualdad de género es una poderosa herramienta para reducir la pobreza e impulsar el desarrollo sostenible. Si garantizan la igualdad de acceso a las oportunidades y a la toma de decisiones para todas las personas, las sociedades pueden crear economías más sanas y justas.
¿Cómo aborda ONU Mujeres la brecha de género en la pobreza?
A continuación figuran algunos ejemplos del modo en que la Coalición para la Acción sobre Justicia y Derechos Económicos de Generación Igualdad ha transformado la vida de las mujeres a través de iniciativas y programas mundiales.
En 2022, Generación Igualdad movilizó 32.000 millones de dólares de los Estados Unidos para iniciativas de promoción de los derechos y la justicia económica.
Generación Igualdad ha apoyado más de 440 programas dirigidos a hacer frente a la injusticia económica.
Al menos el 91% de estos compromisos apoyan a comunidades marginadas, el 75% abordan las dinámicas de poder y el 52% pretenden potenciar el liderazgo feminista.
Impulsar la productividad facilitando el acceso a empleos de calidad
El aumento de la tasa de participación de las mujeres en la fuerza de trabajo puede impulsar el crecimiento económico; sin embargo, diversas investigaciones demuestran que no basta con garantizar que las mujeres tengan un empleo. La inclusión económica de las mujeres también debe asegurar el acceso a un trabajo decente, la igualdad de remuneración por un trabajo de igual valor y una sólida protección social.
Solamente el 61% de las mujeres en edad de trabajar forman parte de la fuerza de trabajo, frente al 90,6% de los hombres. Además, cerca del 60% de las mujeres de todo el mundo trabajan en la economía informal, una cifra que se dispara a más del 90% en los países de ingreso bajo. Una elevada proporción de ellas desempeñan trabajos inestables, mal remunerados y no cualificados que carecen de redes de seguridad social, como empleadas de hogar, trabajadoras de la construcción o trabajadoras agrícolas de temporada. La inversión en empleos cualificados y decentes para las mujeres tiene un efecto dominó con beneficios más amplios para la sociedad, ya que no solo promueve la igualdad de género, sino que también estimula el desarrollo económico sostenible para todas las personas.
El Skill Impact Bond es un proyecto pionero de 14,4 millones de dólares de los Estados Unidos ejecutado en la India, diseñado para impulsar el acceso de las mujeres a un trabajo decente. Unas 50.000 personas (de las que al menos un 60% son mujeres) recibirán capacitación para el empleo, que incluirá alfabetización digital y financiera, capacitación lingüística y cursos específicamente dirigidos a distintos sectores.
Las personas que han obtenido el certificado –casi 10.000, de las cuales más del 70% son mujeres– han registrado en tan solo tres meses una tasa de colocación del 56% y una tasa de conservación del empleo del 42%, superando a muchas otras iniciativas nacionales.
La protección social y jurídica inclusiva, clave para el crecimiento mundial
Tan solo el 26% de las mujeres están cubiertas por sistemas de seguridad social integrales en todo el mundo, por lo que la falta de apoyo es flagrante. La discriminación en el mundo laboral atrapa a muchas mujeres en empleos mal retribuidos e informales, lo que perpetúa la pobreza. Según la Organización Internacional del Trabajo, las mujeres son el grupo más discriminado de la fuerza de trabajo, y también se enfrentan a mayores índices de violencia y acoso sexuales.
La ampliación del acceso de las mujeres a empleos formales decentes y a programas de bienestar social –como la atención de la salud, sistemas de pensiones que reconozcan el trabajo de cuidados no remunerado y la plena protección de la maternidad– sienta las bases del empoderamiento económico. Además, aborda las causas profundas de la desigualdad y protege a las mujeres de los prejuicios, la discriminación basada en el género y la violencia en el lugar de trabajo.
En Alemania, la Iniciativa para la Solidaridad Mundial ha ayudado a 300.000 personas trabajadoras (de las que un 60% son mujeres) a acceder a procesos de denuncia y recurso mejorados cuando experimentan discriminación y violencia en el lugar de trabajo. Más de 1.500 personas trabajadoras han recibido capacitación para apoyar estos esfuerzos y unas 200.000 mujeres de los sectores textil, de la confección y de la electrónica están preparadas para hacer frente al acoso y la discriminación de género en el lugar de trabajo.
Crear una sociedad del cuidado basada en la igualdad de género
Las mujeres soportan la mayor parte de la carga de trabajo doméstico y de cuidados no remunerado, puesto que dedican cada día 2,8 horas más que los hombres a estos cuidados. Como resultado de ello, las mujeres y las niñas disponen de menos tiempo y menos oportunidades para acceder a la educación y al empleo remunerado, o para participar en la vida social y política. Esto, a su vez, hace que sigan siendo más pobres que los hombres. La inversión en servicios asistenciales, como guarderías y centros de cuidado de personas de edad, podría crear casi 300 millones de puestos de trabajo.
En 2023, Kazajstán amplió de 1 a 1,5 años las ayudas para el cuidado de hijas e hijos, tanto para madres trabajadoras como no trabajadoras, y aumentó en un 14,5% las prestaciones sociales para personas con discapacidad. Este sistema de apoyo mejorado ayudó a casi 700.000 madres y padres a lo largo del año.
Transición hacia economías sostenibles que incluyan a las mujeres
Mientras el mundo se orienta hacia soluciones de energía renovable, las mujeres están ampliamente infrarrepresentadas en este sector: solo el 31% de los puestos de trabajo están ocupados por mujeres. El Sur Global se está viendo abrumadoramente afectado por los efectos del cambio climático, y las mujeres que viven en esas regiones, pero también en otras, deben ser incluidas en la transición hacia una economía inclusiva que cuide tanto a las personas como el planeta.
El proyecto DESFERS, que se ejecuta en la región del Sahel –Senegal, Malí y Níger– ayuda a las mujeres a pasar de empleos informales a desarrollar carreras profesionales en el sector de la energía renovable. Este proyecto ofrece capacitación técnica, apoyo financiero y oportunidades laborales, al tiempo que combate la desigualdad de género y los obstáculos sociales. Proporciona apoyo a 4.500 empresas de energía sostenible pertenecientes a mujeres y capacitación a 7.000 empresarias, además de facilitar el acceso de 21.000 mujeres a la energía renovable y a la financiación.
Acabar con la violencia de género
La violencia de género es la violación de los derechos humanos más generalizada, ya que afecta a una de cada tres mujeres en todo el mundo. Combatir la violencia contra las mujeres y las niñas es fundamental para crear sociedades estables. Cuando las mujeres se sienten seguras, es más probable que participen en la economía y contribuyan al desarrollo de sus comunidades.
El lago Victoria, la mayor explotación pesquera de agua dulce del mundo, proporciona medios de vida a millones de personas, pero también es un caldo de cultivo para la violencia y la desigualdad. En el condado de Homabay, muchos pescadores explotan su poder con la práctica del “pescado a cambio de sexo” o Jaboya.
El grupo Stepping Stone Grassroots Women, que forma parte de la Comisión de Huairou, aborda este problema empoderando a las mujeres comerciantes y reclamando cambios para proteger los derechos y la dignidad de las mujeres. El proyecto ha ayudado a 16 mujeres comerciantes a crear viveros exclusivos para mujeres, alterando la dinámica tradicional de poder e impulsando la independencia económica de las mujeres.